La cuestión está en el equilibrio y siguiendo unas claves sencillas durante todo el año, obtendrás una alimentación saludable y el organismo lo agradecerá.
Introduce alimentos de todos los colores, especialmente frutas y verduras, que integran gran variedad, como los de color rojo, ricos en antioxidantes, naranjas y amarillos, ricos en betacarotenos. Los verdes aportan vitaminas y minerales, y pocas calorías.
Incluye en tu alimentación diaria más verduras y hortalizas y balancea tu dieta, incluyendo carbohidratos que aportan energía, proteínas, vitaminas y minerales en gran cantidad y la proporción adecuada de grasas.
Consume pocos alimentos procesados, ya que incluyen colorantes y aditivos, y se eliminan algunos de sus nutrientes y aumentar los alimentos frescos como verduras y frutas.
Seleccione grasas saludables, como las grasas insaturadas: aceite de oliva, soja o maíz entre otras y elimina grasas saturadas. Come sin distracciones y concéntrate en la comida, pero nunca comas en exceso, además acompaña a tu dieta de un correcto programa de ejercicios.
Consume menos azúcar, ya que aumenta el riesgo de sufrir obesidad y enfermedades cardíacas y opta por alimentos integrales, ricos en fibra, antes que los refinados.
Mastica adecuadamente y sin prisas cada bocado y mantente convenientemente hidratado (al menos dos litros diarios) y guarda un horario de comidas.